“La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, aceptar y canalizar nuestras emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados, lograrlo y compartirlo con los demás”. Daniel Goleman 1995

Tanto en el área personal, educativo y de salud una sana Educación e Inteligencia Emocional es beneficiosa para:
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Aumentar la autoconciencia: Adquirir la autoestima, autoconocimiento.
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Favorecer el equilibrio personal mediante el reconocimiento y la comprensión de las emociones. propias y las de los demás sabiendo regularlas y gestionarlas.
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Mejorar el autoconocimiento y la toma de decisiones.
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Mejorar la motivación y el rendimiento en la tarea encomendada.
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Favorecer el bienestar psicológico y el equilibrio emocional
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Proteger y evitar el estrés.
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Mejorar las relaciones interpersonales.
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Adquirir un pensamiento y una actitud positiva.
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Mejorar el manejo de las situaciones difíciles o conflictivas
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Mejorar la comunicación, la empatía, la escucha activa y la asertividad fomentando relaciones armoniosas.
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Incrementar la creatividad.
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Regular los factores emocionales de riesgo para la salud como los niveles elevados de ansiedad, estrés o de ira, mediante un adecuado control de los mismos,
Los impactos emocionales dejan una huella en nuestro organismo. Quizá conscientemente no nos acordamos pero en el inconsciente todo queda grabado.
Cuando los sucesos son agradables sentimos emociones de sorpresa o de alegría pero cuando tenemos impactos no agradables entonces entremezclamos emociones de tristeza, enfado y miedo con sentimientos de inferioridad, frustración, decepción, pena, culpa (por no poder atender las necesidades familiares, por no haber estado a la altura, por no haber ahorrado en el anterior empleo, por no poderse ir de vacaciones, por no haber evitado un accidente sobrevenido...), impotencia, soledad, inseguridad, confusión, autocompasión,… En consecuencia, los pensamientos tienden a ser pesimistas y contradictorios y con un tono de auto reproche que distorsiona la realidad que se vive y no les deja avanzar con una actitud positiva. Empezamos a generar y a afianzar creencias, creencias que van a dar rumbo y sentido a nuestra existencia.
Si no paramos el pensamiento, inconscientemente comenzamos a dudar tanto de nuestras propias capacidades y aptitudes como de nuestros logros, corriéndose así el riesgo de ver afectada nuestra autoestima.
Mediante la Educación Emocional vamos a tomar conciencia del propio estado emocional fruto de la situación que vivimos, para reconocer, regular y aceptar nuestras emociones, expresarlas adecuadamente y así emplearlas como catalizadores de avance para encarar la propia situación.
Tras este primer paso, trabajaremos el propio autoconocimiento personal: el conocer los puntos fuertes personales y descubrir la forma de desarrollarlos; identificar si sus necesidades están cubiertas e identificar sus metas y propósitos.
Tras lograr el “autoconocimiento” y el “autocontrol”, encontraremos las fuentes de inspiración que proporcionen energías para la acción, en eso consiste la automotivación. La automotivación es la aptitud de la inteligencia emocional que nos permite encontrar energías para superar un contratiempo y seguir adelante.
Tenemos que encontrar esa palanca que nos levante por las mañanas con hambre. Tenemos que creer en nosotros y en nuestro potencial. Buscaremos nuestra pasión.
Realizar un trabajo emocionalmente inteligente nos garantiza hacerlo con sosiego y con paciencia, con una visión de la realidad nítida, y con toda la energía enfocada hacia el objetivo deseado.
La actitud positiva y la valoración personal son claves para encajar nuestros conflictos personales y bloqueos emocionales. Nos impulsarán a sentirnos seguros, a adquirir autocontrol emocional y a comunicarnos eficientemente y a disminuir la ansiedad y el estrés.
El desarrollo de una actitud empática y de una escucha activa junto con una forma asertiva de comunicarnos nos llevará a tener unas sanas relaciones con los demás y a vivir de una manera mas plena y feliz